jueves, 21 de junio de 2007

Caminos inciertos


Una araña apareció de detrás del ordenador y me acerqué a mirarla. Bonita, negra, con pintas blancas, patas cortas y grandes colmillos delanteros. Avanzaba sin parar y yo me pregunté cómo coño había ido a parar allí, ¿desde la ventana?. Y si supiera qué es lo que iba a encontrar, ¿habría seguido caminando?. Ascendió por detrás de la pantalla y la vi sobresalir por la esquina superior. Se asomaba y yo pensaba que había andado tanto para nada. Osciló. Movió sus colmillos arriba y abajo, y mientras la miraba atento, de repente dio un salto al vacío, intentando llegar a la lámpara cercana. No llegó. Se quedó suspendida de un hilo desde su abdomen, pero comenzó a remontarlo escalando hasta el lugar desde donde se había lanzado. La miraba absorto. La enfocaba como si tuviera una cámara de fotos, acercándome. Una vez arriba volvió a oscilar un momento y se volvió a tirar al vacío, ella sola. La araña sola, solitaria, en la habitación, un mundo gigante que ella no veía. Supongo que sólo veía la lámpara al otro lado del abismo.